11 de mayo de 2011

Enseñanza 2.0

En los últimos años, y no sólo por el acuerdo de Bolonia, estamos inmersos en una reorganización de los procesos educativos. Apoyados en las nuevas herramientas tecnológicas, la Sociedad reclama un aprendizaje informal, basado en experiencias entre iguales (peer learning), en Comunidad, y con nuevos Entornos personales de aprendizaje (PLE).

Voy a usar a CEPADE (Escuela de Negocios de la UPM en la que he cursado y curso diferentes programas on line), para describir esa reingeniería de procesos, que recogía Fernando Sáez Vacas y enfocó al ámbito educativo Antonio Fumero, “que consiste en reinventar la forma de desarrollar las operaciones de la empresa (institución educativa, universitaria por ejemplo), partiendo de nuevos enfoques muy orientados a las necesidades de los clientes (los aprendices o estudiantes), con rotura de las tradicionales formas organizativas verticales y del desempeño humano y un uso masivo de las modernas tecnologías de la información y de la comunicación”.



CEPADE se ha ido adecuando a los tiempos, favoreciendo los procesos de enseñanza-aprendizaje dentro de una pedagogía constructivista y de acuerdo con las necesidades educativas de esta nueva Sociedad de la Información y la Comunicación. Tal y como el proyecto iCamp defendía (proyecto financiado por la CE y cuyo objetivo era la construcción de un modelo pedagógico coherente y consistente), CEPADE promueve la aplicación de la pedagogía constructivista en un sistema de E-learning.

Por un lado, ha desarrollado los instrumentos tecnológicos necesarios para que este aprendizaje individualizado sea posible. Y, por otro, fomenta la colaboración en un nuevo modelo educativo donde tanto estudiantes como profesores pueden ejercer de tutores para la comunidad de aprendizaje. “Los docentes (educadores, maestros, profesores) se han visto obligados a “reinventar” su rol. El educador actúa en todo momento como facilitador, asesor o “acompañante” del aprendiz a lo largo de una “experiencia de aprendizaje”, independiente del espacio o del tiempo”, como señala Fumero.

La estructura tecnológica de CEPADE se asemeja a la definida por iCamp “que tenía previsto contar con herramientas de software libre para la comunicación y colaboración on line, así como con la disponibilidad de un fondo digital de materiales educativos como apoyo a la enseñanza”. (Tiscar Lara)

Sus cursos se han convertido en verdaderas Comunidades Virtuales de Práctica con el uso intensivo de las redes de aprendizaje, que ya en 1970 Ivan Illich, en su libro La sociedad desescolarizada, sugirió e intuyó diciendo que “podemos dar al aprendiz nuevos enlaces al mundo en lugar de continuar canalizando todos los programas educativos a través del profesor”, como nos recuerda Fernando Santamaría.

La tecnología móvil también tiene un papel clave en la intensificación del aprendizaje, donde el aula no es el único espacio de acceso y producción del conocimiento. CEPADE se ha unido a ese “concepto de aula extendida o “aula sin muros”, que se refiere a un espacio extraterritorial compuesto como un continuo de espacios físicos y elementos infotecnológicos que los asocian para definir una especie de “realidad aumentada” en la que se dan cita elementos técnicos, pedagógicos y sociales, desde las pizarras electrónicas hasta las comunidades de aprendizaje, pasando por los móviles y los contratos de aprendizaje”, como define Fumero en su artículo.

En una Sociedad necesitada de formación continua en capacidades, habilidades y competencias, en la que los productos son “experiencias”, construidas sobre criterios de usabilidad, accesibilidad, utilidad, valor añadido, etc., CEPADE ha sido capaz de desarrollar los requisitos digitales básicos para el long-life learning.

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