28 de febrero de 2011

Tú eres único, tus problemas no.

No hay duda de que cada uno de nosotros somos únicos. Y no sólo en nuestro aspecto exterior sino, y principalmente, en nuestro interior. Todos tenemos nuestras ideas, una forma de pensar, de ver el mundo, de asimilar lo que ocurre a nuestro alrededor. Es curioso ver lo poco que se parecen los hermanos, criados en el mismo ambiente y educados con las mismas reglas y valores. Es cierto que la base puede ser idéntica, pero la experiencia y el propio ser van adaptándola para crear personalidades diferentes.

Hasta aquí todos de acuerdo. Sin embargo, me hace gracia cuando la gente me cuenta sus problemas y cómo los siente únicos. No es que no tengan razón, dado que tratándose de personas nada es igual de una situación a otra. Y a cualquier coyuntura hay que añadirle las variables de los individuos que están involucrados. Por otro lado, cuando nos vienen circunstancias que no hemos vivido en el pasado, es lógico que las veamos singulares con nuestros ojos.

Sin embargo, nuestros problemas ni son únicos en la tierra ni lo son en nuestras vidas. Somos cerca de 7 mil millones de habitantes, y puedo asegurar que cualquier situación que nos toque vivir la han vivido ya millones de personas, y seguramente la estén sufriendo en estos mismos momentos varios miles. Pero no es aquello de “mal de muchos consuelo de tontos”. No. Se trata de no aislarnos en nuestros dilemas y darnos cuenta de que la solución ya existe, ya la ha aplicado mucha gente antes que tú. Sólo hay que saber buscarla.

Esa sería una forma de resolver nuestros rompecabezas, abrirnos y encontrar la persona que tenga la solución. Muchas veces he oído, respecto al conocimiento, eso de “lo importante no es saber, sino conocer donde está la información”. En este caso es algo similar, “lo importante no es que sepamos resolver todos nuestros asuntos, sino conocer quién puede echarnos una mano”.

La otra forma, y que a mí me parece más útil y sencilla, una vez desarrollemos la habilidad y cojamos el ritmo, es encontrar nuestras propias respuestas en otras situaciones que dominemos o hayamos superado en el pasado. Los distintos aspectos de nuestra vida están tan relacionados que, os aseguro, las soluciones son tan semejantes que podríamos gestionar nuestra empresa con las bases de pareja, utilizar las normas que usamos en nuestro trabajo para educar a nuestros hijos, o usar las leyes físicas para dirigir nuestro equipo de futbol.

Todo debe empezar con el compromiso contigo mismo de ser sincero, mirar las cosas con objetividad y medir a las personas y situaciones bajo el mismo rasero. Y a partir de ahí, empezar a trabajar las semejanzas entre los distintos aspectos de tu vida. Al fin y al cabo, todo se trata de relaciones entre personas. Da igual que sea de amistad, de pareja o de trabajo. Todos somos personas.

El próximo conflicto que tengas y no sepas resolver, enfócalo desde otra perspectiva, aseméjalo a alguna situación en cualquier otro ámbito de la vida y busca la solución. Desde ahí no tendrás en cuenta los miedos que te bloquean. Seguro que dejas de verlo todo tan complicado y encuentras la respuesta. Luego habrá que implementarla, pero ya tendrás la solución más sencilla. Y “adaptada” a tu persona.

24 de febrero de 2011

¿Te gusta discutir?

Hace unos años BMW nos sorprendía con un anuncio que nos tocaba la fibra sensible a aquellos, que como yo, nos gusta conducir. Todos nos hemos quedado con el slogan de aquel spot que, por cierto, fue premiado a finales de 2010, durante el Festival El Sol, como el mejor anuncio de los últimos 25 años.

Me gusta conducir, sí. No me veo con un coche de esa marca, y no sólo por sus precios, pero reconozco que a mí me ganaron con aquella publicidad. Ir en mi coche, con la música, no muy alta, y mi mundo dándome vueltas por la cabeza, es una de mis placeres preferidos. Me siento con el control total de mi vida. Qué paradoja ¿verdad?

Pero existen otras circunstancias en las que también me siento a gusto. Y aunque suene mal decirlo, entre ellas disfruto del placer de discutir. Hemos tergiversado el significado de este verbo y lo asociamos a polemizar, disputar, regañar, pelear… Pero si consultamos en la RAE, las dos definiciones que nos da distan bastante de esta interpretación. Veamos, “examinar atenta y particularmente una materia” o “contender y alegar razones contra el parecer de alguien”. Ninguna de ellas hace referencia a peleas, riñas o contiendas, sino más bien al análisis, el estudio, la argumentación o el razonamiento.

Cuántas veces en mi vida me han dicho ¡cómo te gusta discutir! Y no les faltaba razón, aunque cada vez que he intentado explicar que no es un enfrentamiento lo que busco, sino dar mi visión razonada, lo único que he conseguido es generar más síntoma de batalla que de encontrar una solución.

Discutir conlleva la introspección, el estudio de las diferentes variables, una visión panorámica y con la perspectiva pasada, presente y futura del hecho en cuestión. Requiere del análisis global y precisa de la intención de llegar a un acuerdo que convenga a todos los actores.

Vivimos con la escopeta cargada, con el miedo, porque al final no es más que miedo, de que cualquier apreciación que se nos haga nos degradará como personas, empleados o pareja. Supongo que todo esto va de la autoestima. O, mejor dicho, de su ausencia. Porque lo aceptemos o no, nadie es perfecto, y que alguien nos señale en qué fallamos no es un ataque personal, no tratan de hundirnos ni de acabar con nuestra carrera. Más bien, es una ayuda, una forma, que bien recibida, sólo nos puede llevar a mejorar, a ir limando esas asperezas que todos portamos.

Sólo dejan de discutir los que no tienen argumentos, los que no han dedicado un momento a preocuparse por lo que afecta a los demás, aquellos que, por engreimiento o temor al afecto, imponen sus ideas o se someten ante las de los demás.

Me gusta discutir, sí. Y, en la mayoría de los casos, no necesito a nadie para hacerlo. Las discusiones en mi cabeza me dan esa seguridad de sentirme libre y de decir lo que pienso. Y todo enfocando los pensamientos a la resolución y no al conflicto.

Y a ti, ¿te gusta discutir?

18 de febrero de 2011

Unidad y compromiso

Ayer estuve en la conferencia “Gestión de la Empresa Familiar”, segunda del ciclo que organiza Industriales Escuela de Negocios en este cuatrimestre. Como ponentes asistieron Felipe Prosper y José María Gómez-Acebo, que nos expusieron de una manera amena y global los entresijos de este tipo “especial” de empresas.

Nos presentaron las características propias de la empresa familiar, como principales diferencias con el resto de empresas, como son su orientación a largo plazo, su propósito de preservar activos y la reputación familiar, asumir menos riesgos, considerar sus stakeholders más importantes a los empleados y clientes, o ver su negocio como institución social más que como un activo disponible.

Este tipo de compañías destacan por las convicciones y valores de la familia, las relaciones más allá de lo puramente contractual, son más ágiles en las gestiones, aunque más lentas en el crecimiento y el cambio, y mantienen unas preferencias personales en el proceso de dirección.

Para resaltar las virtudes fundamentales que debe poseer este tipo de empresas se apoyaron en el acrónimo ELISA, Excelencia en el trabajo, Laboriosidad por parte de todos, Innovación para no quedarse estancados, Sencillez en el trato y Austeridad en la gestión. ¿No os parecen aplicables a cualquier otra empresa?

Sin embargo, lo que más me impactó, de todo lo que se habló, fue de los dos valores indispensables para que una empresa familiar crezca de manera sana y eficaz. Estas fortalezas esenciales, que nos expusieron los ponentes, son la Unidad y el Compromiso de los propietarios.

El Compromiso, entendido como la entrega a un ideal, un sacrificio personal, la exigencia de lo mejor y un pensamiento a largo plazo, junto a la Unidad, unos intereses comunes, una autoridad reconocida, una confianza mutua, una buena comunicación, unos valores compartidos y una amplia flexibilidad, son los pilares en los que construir el futuro de estas compañías.

Me parece un resumen perfecto, no sólo de las necesidades de los negocios familiares sino de lo que debe ser cualquier relación, profesional, personal o deportiva. El compromiso con un sueño, una visión compartida, la coherencia y la cohesión, la comunicación y el apoyo entre los diferentes actores son las bases para que cualquier proyecto llegue a buen puerto.

No esperemos a que nuestros directivos o jefes, nuestra pareja, amigos o familia formalicen estos protocolos. Demos el primer paso y asumamos que todos somos responsables de crear el clima necesario para las buenas relaciones.

Ya tenemos los ingredientes necesarios, ahora pongámonos el delantal y empecemos a cocinar nuestro futuro.

17 de febrero de 2011

Juventud, divino tesoro

No soy de los que más creen en la actual juventud. Por unas razones u otras, que no vienen al caso, pienso que los hemos educado en una Sociedad donde la libertad se ha convertido en libertinaje, como se suele decir. Los jóvenes actuales no tienen valores, no están preparados para la convivencia en una Sociedad, pensaba yo. Sin embargo, ayer, en el intervalo de dos horas, me llevé una pequeña lección y una gran satisfacción.

La semana pasada empecé a trabajar en Ingenieros Escuela de Negocios (IEN), donde realicé mi MBA hace un par de años. Ayer hablando con uno de los alumnos del presente curso me comentaba que había rechazado una oferta de trabajo de una mediana empresa porque, después de informarse bien, no estaba de acuerdo con los valores con los que procedía, completamente distintos a los que pregona, como suele pasar.

Al llegar a casa y conectarme al foro del curso que estoy estudiando en CEPADE, encontré una entrada de una compañera, sevillana ella, en la que nos comentaba su situación actual de paro. Ya había habido algo de networking, desde que en Octubre empezamos, y sabía de su situación, pero me sonaba que ya había encontrado trabajo. Con un “por primera vez en mi vida tuve que dejarlo, era un trabajo que iba contra mis principios éticos, no el trabajo, sino la política de empresa“nos comunicaba su nuevo ingreso en las filas del INEM.

En el momento actual en el que nos encontramos en España, con una cifra de parados con tantas cifras que no se empieza a manejar hasta 3º de Primaria, con un futuro más que dudoso, en el que ni el más optimista se atreve a creer, y una Sociedad vinculada más al dinero que al coste de la felicidad, no tengo más remedio que alabar la postura de estos dos chavales y recapacitar sobre mis ideas.

Es posible que los jóvenes vengan con un poco de falta de los valores que nos enseñaron a nosotros de pequeños, que no comulguen con las normas y reglas que “desde siempre” fueron las idóneas, puede que no sea el futuro que esperábamos de ellos, pero está claro que algo llevan en sus mochilas. Un cambio de mentalidad que puede que no se base en el respeto al prójimo, pero que seguro les permitirá capear mejor las noches en la intemperie, sortear los cambios de temperatura y divisar mejor el horizonte.

11 de febrero de 2011

Peligro de aislamiento

Una de las principales características del ser humano es su sociabilidad. De ahí que busquemos comunidades o grupos donde desarrollarnos. Decía Aristóteles que "el hombre aislado o es un bruto o es un dios", y para Maslow la afiliación es el anhelo del hombre, una vez satisfechas sus necesidades básicas.

En toda sociedad, comunidad, asociación o grupo, existen unas reglas que facilitan la convivencia. Sin estas normas las relaciones serían difíciles de sobrellevar. Con la pluralidad de ideas, valores, pensamientos y formas de ver la vida que existen en la actualidad es necesaria una base ética para la subsistencia.

Se ha hablado mucho de la pérdida de valores que la Sociedad ha sufrido en los últimos tiempos. Y no es que esté en desacuerdo con esta afirmación, pero pienso que no es tanto ese el problema sino las acotaciones que estamos haciendo de ellos tanto en el espacio como el tiempo.

Lo está ocurriendo en los últimos años es que cada día vamos cercando más nuestros grupos, y en lugar de expandirnos nos comprimimos en las comunidades a las que pertenecemos. Es como si cada día sacáramos agua de un pantano para guardarla en botellas en nuestra casa.

Puede que internet haya favorecido este fenómeno pues cada día se abren cientos de redes sociales y grupos en el mundo. Lo que es la herramienta más poderosa de todos los tiempos para la comunicación, está llevándonos al aislamiento. Es cierto que se trata de una soledad en grupos, pero grupos cada vez más reducidos.

Estamos en un proceso de huía. No nos vale lo que vemos a nuestro alrededor y, en lugar de luchar contra ello, nos vamos recluyendo, como si así nos afectase menos.

El peligro está en el final de ese camino. O más bien hasta dónde estamos dispuestos a confinarnos. Si seguimos apartándonos de la Sociedad en la que vivimos, si continuamos sin hacerle frente todos juntos, si escondemos la cabeza para que “a mí no me toque” o si miramos para otro lado cuando algo nos puede comprometer, el futuro que nos espera no será el más halagüeño.

Las comunidades son grupos de individuos que voluntariamente se asocian con un fin común. Y no está mal pertenecer a una o varias de ellas donde podamos compartir ciertos temas de nuestro interés, pues todos tenemos diferentes gustos y aficiones. Lo que nos ofrece cada una de ellas es importante para realizarnos como personas y ser felices. Colaborar con personas con las mismas inquietudes es algo que nos llena, que nos hace sentir autorrealizados, creativos, sin falta de prejuicios.

Pero no debemos perder de vista que estas comunidades son sólo una parte de nuestra vida, que somos seres más completos y que la Sociedad en la que vivimos las abarca a todas. Tenemos que ir más allá de esas relaciones voluntarias, porque, nos guste o no, vivimos rodeados de más personas, y la única forma de sobrevivir es la convivencia entre todos.

Respetémonos entre todos, y no sólo dentro de nuestras pequeñas “familias”.

9 de febrero de 2011

A buen entendedor pocas palabras bastan

La vida es una sucesión de etapas que vamos superando de mejor o peor manera. Cuando uno echa la vista atrás y analiza el pasado suele darse cuenta de lo bueno y lo no tan bueno que hizo en cada circunstancia. Sí, todas ellas se podrían haber gestionado de una manera más eficaz y/o eficiente, pero ya no podemos cambiar ninguna de esas situaciones. “A lo hecho, pecho” y “lo pasado, pasado, y lo hecho perdonado”. Lo que sí debe servirnos es para aprender para futuras situaciones, porque “el diablo sabe más por viejo que por diablo” y “quien adelante no mira, atrás se queda”.

Cuántas veces habremos oído aquello de que “agua pasada no mueve molino” o “tiempo pasado traído a la memoria, da más penas que gloria”. “Más razón que un Santo”. Y es que no se trata de remover el pasado sino de recoger los frutos que nos ofrece. No hay prisa, “a camino largo, paso corto”, cada uno tenemos nuestra propia senda que recorrer, y “fruta que madura verde, se pone amarga y se pierde”.

No hay más saber para la vida que la que nos ofrece la sabiduría popular y recordad que "quien no oye consejo, no llega a viejo.” Qué pena haberla ido perdiendo por el camino, porque “lección bien aprendida, tarde o nunca se olvida”.

Muchos de los problemas que tenemos provienen de nuestra quietud frente a la vida, de ese afecto a nuestra zona de confort. La falta de aceptación de la realidad o el miedo al cambio nos agarrotan e impiden que continuemos construyendo nuestro futuro.

Encontrarnos con situaciones nuevas, sea del tipo que sea, puede ser una pesadilla si nuestros valores y fundamentos no están en línea con los de los nuevos compañeros de viaje. Ver cómo se hunde nuestro barco cuando llevamos remando tantos años es muy duro, pero no debemos ahogarnos por ello. “A mal tiempo buena cara”. Esas circunstancias son alarmas, señales o avisos del destino, advertencias de que ya se ha cumplido esa etapa en nuestra vida y ahora tenemos que pasar al siguiente nivel, pues “todo principio tiene su final”.

No valen retrasos porque “el que espera desespera”, ni rencores, “quien siembra vientos recoge tempestades”, sino una buena salida pues “más vale un mal arreglo que un buen juicio”. Seamos egoístas, “que nos den pan y nos llamen tontos”, ya que “si amas a quien no te ama y respondes a quien no te llama, andarás carrera vana”.

Y no estoy defendiendo la huida, “a enemigo que huye puente de plata”, sino todo lo contrario. Y es que “a cada tiempo, su tiento”, porque sólo en nuestros miedos es cierto que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. No es cobardía, sino fuerza, coraje, decisión, arrojo, ímpetu, esfuerzo por tomar una decisión y enfrentarnos cara a cara con los impedimentos, porque “todo laberinto tiene su salida”. No es fácil, pero es sencillo.

A partir de ahí las posibilidades son infinitas, y lo que nos queda por vivir bien vale la pena. Porque se trata de “cien años de guerra y no un día de batalla”, y es que “mañana no tiene fin”. No se trata de dejar “camino por vereda” sino de que “un día pasa, un momento no”.

Y recordad que “nunca es tarde si la dicha es buena”, porque al final de nuestros días “cada uno contará la feria como le haya ido en ella”.

1 de febrero de 2011

Un país de tontos

Este lunes la Comisión Europea ha dado a conocer los datos sobre el abandono escolar en los diferentes países de la Unión. El dato, aunque supongo que esperado, no debería dejar tranquilo a nadie. Los jóvenes españoles se encuentran entre los europeos que más abandonan el colegio antes de la educación obligatoria.

Los números son realmente alarmantes. En España el 31,2% de los estudiantes ha dejado los estudios. Somos, junto a Portugal y Malta, el país que “peores” estudiantes tiene, doblando la media del resto de Europa (14,4%). Y si esto es preocupante, lo es más, si cabe, que mientras los demás países han reducido sus porcentajes durante la última década, España ha conseguido aumentarlo en más de un 7%.

Se pueden, y se deben, hacer muchas reflexiones a partir de este estudio. El problema es que, hasta el próximo estruendo, los dos principales partidos de este país hallarán la forma de señalar al otro como culpable de la situación. Esa será su mayor preocupación. Nuestra juventud, nuestro futuro, nuestro desarrollo quedará en segundo plano. Y entre acusación y acusación, se irá diluyendo el asunto en cuestión.

Son muchas las voces que en los últimos años llevan avisando de la caída en la calidad de la enseñanza española. El sistema educativo se ha ido deteriorando con temas poco afines a la docencia de nuestra juventud. Mientras nos hemos ido preocupando por bajar el nivel para que todos “cupieran”, por cambiar ciertas asignaturas, por quitarles autoridad a los profesores, por imponer el idioma en ciertas regiones y por tantas y tantas medidas secundarias, únicamente políticas, la enseñanza ha ido enfermando hasta llegar a agonizar.

Pero este es sólo un dato más de nuestra situación. En los últimos años hemos ido creando un país donde todo vale, donde los valores han desaparecido, donde el egoísmo se ha hecho fuerte y donde con la ley del mínimo esfuerzo se obtiene el máximo beneficio. No nos sorprenda el abandono escolar, no echemos toda la culpa a las decisiones políticas, porque, en una medida u otra, todos somos culpables de este fracaso.

La educación es la base de una Sociedad, es el germen para que crezca de una manera sana, plural, consciente, con criterio y justa. La importancia de los colegios y profesores está por encima de toda duda, pues no sólo se enseñan ciertos conocimientos, sino algo mucho más importante para la vida como son el respeto, el esfuerzo, la responsabilidad, la disciplina, las relaciones sociales, la honradez, el sacrificio, etc., etc. Pero el resto de la población también somos parte activa en la educación de nuestros jóvenes, principalmente como ejemplos a los que imitar. Y en esto, como Sociedad les hemos fallado.

Nos hemos convertido en un país de tontos, en un país inútil y sin sentido común. Y lo peor es que nos estamos quedando sin luz que ilumine nuestro futuro, porque como dijo Plutarco “el cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”. ¿Estaremos a tiempo de solucionarlo?