17 de febrero de 2011

Juventud, divino tesoro

No soy de los que más creen en la actual juventud. Por unas razones u otras, que no vienen al caso, pienso que los hemos educado en una Sociedad donde la libertad se ha convertido en libertinaje, como se suele decir. Los jóvenes actuales no tienen valores, no están preparados para la convivencia en una Sociedad, pensaba yo. Sin embargo, ayer, en el intervalo de dos horas, me llevé una pequeña lección y una gran satisfacción.

La semana pasada empecé a trabajar en Ingenieros Escuela de Negocios (IEN), donde realicé mi MBA hace un par de años. Ayer hablando con uno de los alumnos del presente curso me comentaba que había rechazado una oferta de trabajo de una mediana empresa porque, después de informarse bien, no estaba de acuerdo con los valores con los que procedía, completamente distintos a los que pregona, como suele pasar.

Al llegar a casa y conectarme al foro del curso que estoy estudiando en CEPADE, encontré una entrada de una compañera, sevillana ella, en la que nos comentaba su situación actual de paro. Ya había habido algo de networking, desde que en Octubre empezamos, y sabía de su situación, pero me sonaba que ya había encontrado trabajo. Con un “por primera vez en mi vida tuve que dejarlo, era un trabajo que iba contra mis principios éticos, no el trabajo, sino la política de empresa“nos comunicaba su nuevo ingreso en las filas del INEM.

En el momento actual en el que nos encontramos en España, con una cifra de parados con tantas cifras que no se empieza a manejar hasta 3º de Primaria, con un futuro más que dudoso, en el que ni el más optimista se atreve a creer, y una Sociedad vinculada más al dinero que al coste de la felicidad, no tengo más remedio que alabar la postura de estos dos chavales y recapacitar sobre mis ideas.

Es posible que los jóvenes vengan con un poco de falta de los valores que nos enseñaron a nosotros de pequeños, que no comulguen con las normas y reglas que “desde siempre” fueron las idóneas, puede que no sea el futuro que esperábamos de ellos, pero está claro que algo llevan en sus mochilas. Un cambio de mentalidad que puede que no se base en el respeto al prójimo, pero que seguro les permitirá capear mejor las noches en la intemperie, sortear los cambios de temperatura y divisar mejor el horizonte.

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