11 de febrero de 2011

Peligro de aislamiento

Una de las principales características del ser humano es su sociabilidad. De ahí que busquemos comunidades o grupos donde desarrollarnos. Decía Aristóteles que "el hombre aislado o es un bruto o es un dios", y para Maslow la afiliación es el anhelo del hombre, una vez satisfechas sus necesidades básicas.

En toda sociedad, comunidad, asociación o grupo, existen unas reglas que facilitan la convivencia. Sin estas normas las relaciones serían difíciles de sobrellevar. Con la pluralidad de ideas, valores, pensamientos y formas de ver la vida que existen en la actualidad es necesaria una base ética para la subsistencia.

Se ha hablado mucho de la pérdida de valores que la Sociedad ha sufrido en los últimos tiempos. Y no es que esté en desacuerdo con esta afirmación, pero pienso que no es tanto ese el problema sino las acotaciones que estamos haciendo de ellos tanto en el espacio como el tiempo.

Lo está ocurriendo en los últimos años es que cada día vamos cercando más nuestros grupos, y en lugar de expandirnos nos comprimimos en las comunidades a las que pertenecemos. Es como si cada día sacáramos agua de un pantano para guardarla en botellas en nuestra casa.

Puede que internet haya favorecido este fenómeno pues cada día se abren cientos de redes sociales y grupos en el mundo. Lo que es la herramienta más poderosa de todos los tiempos para la comunicación, está llevándonos al aislamiento. Es cierto que se trata de una soledad en grupos, pero grupos cada vez más reducidos.

Estamos en un proceso de huía. No nos vale lo que vemos a nuestro alrededor y, en lugar de luchar contra ello, nos vamos recluyendo, como si así nos afectase menos.

El peligro está en el final de ese camino. O más bien hasta dónde estamos dispuestos a confinarnos. Si seguimos apartándonos de la Sociedad en la que vivimos, si continuamos sin hacerle frente todos juntos, si escondemos la cabeza para que “a mí no me toque” o si miramos para otro lado cuando algo nos puede comprometer, el futuro que nos espera no será el más halagüeño.

Las comunidades son grupos de individuos que voluntariamente se asocian con un fin común. Y no está mal pertenecer a una o varias de ellas donde podamos compartir ciertos temas de nuestro interés, pues todos tenemos diferentes gustos y aficiones. Lo que nos ofrece cada una de ellas es importante para realizarnos como personas y ser felices. Colaborar con personas con las mismas inquietudes es algo que nos llena, que nos hace sentir autorrealizados, creativos, sin falta de prejuicios.

Pero no debemos perder de vista que estas comunidades son sólo una parte de nuestra vida, que somos seres más completos y que la Sociedad en la que vivimos las abarca a todas. Tenemos que ir más allá de esas relaciones voluntarias, porque, nos guste o no, vivimos rodeados de más personas, y la única forma de sobrevivir es la convivencia entre todos.

Respetémonos entre todos, y no sólo dentro de nuestras pequeñas “familias”.

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