18 de febrero de 2011

Unidad y compromiso

Ayer estuve en la conferencia “Gestión de la Empresa Familiar”, segunda del ciclo que organiza Industriales Escuela de Negocios en este cuatrimestre. Como ponentes asistieron Felipe Prosper y José María Gómez-Acebo, que nos expusieron de una manera amena y global los entresijos de este tipo “especial” de empresas.

Nos presentaron las características propias de la empresa familiar, como principales diferencias con el resto de empresas, como son su orientación a largo plazo, su propósito de preservar activos y la reputación familiar, asumir menos riesgos, considerar sus stakeholders más importantes a los empleados y clientes, o ver su negocio como institución social más que como un activo disponible.

Este tipo de compañías destacan por las convicciones y valores de la familia, las relaciones más allá de lo puramente contractual, son más ágiles en las gestiones, aunque más lentas en el crecimiento y el cambio, y mantienen unas preferencias personales en el proceso de dirección.

Para resaltar las virtudes fundamentales que debe poseer este tipo de empresas se apoyaron en el acrónimo ELISA, Excelencia en el trabajo, Laboriosidad por parte de todos, Innovación para no quedarse estancados, Sencillez en el trato y Austeridad en la gestión. ¿No os parecen aplicables a cualquier otra empresa?

Sin embargo, lo que más me impactó, de todo lo que se habló, fue de los dos valores indispensables para que una empresa familiar crezca de manera sana y eficaz. Estas fortalezas esenciales, que nos expusieron los ponentes, son la Unidad y el Compromiso de los propietarios.

El Compromiso, entendido como la entrega a un ideal, un sacrificio personal, la exigencia de lo mejor y un pensamiento a largo plazo, junto a la Unidad, unos intereses comunes, una autoridad reconocida, una confianza mutua, una buena comunicación, unos valores compartidos y una amplia flexibilidad, son los pilares en los que construir el futuro de estas compañías.

Me parece un resumen perfecto, no sólo de las necesidades de los negocios familiares sino de lo que debe ser cualquier relación, profesional, personal o deportiva. El compromiso con un sueño, una visión compartida, la coherencia y la cohesión, la comunicación y el apoyo entre los diferentes actores son las bases para que cualquier proyecto llegue a buen puerto.

No esperemos a que nuestros directivos o jefes, nuestra pareja, amigos o familia formalicen estos protocolos. Demos el primer paso y asumamos que todos somos responsables de crear el clima necesario para las buenas relaciones.

Ya tenemos los ingredientes necesarios, ahora pongámonos el delantal y empecemos a cocinar nuestro futuro.

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