29 de mayo de 2013

7 hábitos para simplificar tu empresa

En las organizaciones globales, cada vez más digitales, la complejidad es un lastre para el crecimiento de la productividad y la satisfacción laboral. Los directivos deben desarrollar la simplificación como base del liderazgo y componente crítico de la estrategia de negocio. Esperemos que estos pasos les ayuden a empezar.

Muchos directivos hablan de los efectos negativos de la complejidad tanto en la productividad como en la satisfacción laboral. Acordar la complejidad como un problema es una cosa, pero hacer algo al respecto es otra muy distinta - en particular para aquellos que ya están con exceso de trabajo, y apenas pueden mantener su carga diaria. De hecho, la mayoría de los gerentes sienten que no tienen tiempo para centrarse en el dicho: “tener un problema excluye la capacidad de resolverlo”.

Con este dilema en mente, es importante que los directivos tengan un marco estratégico que pueden utilizar para hacer frente a la complejidad de sus propias áreas, a su propio ritmo y a su manera. Con ese fin, se propone una estrategia de simplificación de siete "sencillos" pasos. A pesar de presentarlos de forma secuencial, se pueden implementar en cualquier orden, dependiendo de donde usted pueda actuar más rápidamente. Con el tiempo, es importante hacer las siete, de modo que la sencillez se convierta en una característica básica de su organización y no sea sólo un proyecto aislado.

1. Limpie la maleza. Un punto de partida fácil para la simplificación es deshacerse de reglas estúpidas y actividades de bajo valor, pérdidas de tiempo que existen en abundancia en la mayoría de las organizaciones. Por ejemplo, las reglas que muchas personas necesitan para revisar y firmar los informes de gastos o hacer pequeñas compras, o las veces que un documento debe ser revisado antes de ser presentado. Si puede deshacerse de algunas tareas sencillas, dejará tiempo para centrarse en otras oportunidades de simplificación más importantes.

2. Tome una perspectiva de fuera hacia adentro. La simplificación debe ser impulsada por la necesidad de agregar valor a sus clientes, ya sean internos o externos. Así, un paso clave en el proceso es aclarar de forma proactiva lo que sus clientes realmente quieren y lo que pueden hacer para ofrecérselo. Un gerente, por ejemplo, llevó a su equipo a visitar una planta del cliente para que la gente pudiera ver cómo se utiliza realmente su producto, lo que les dio ideas sobre cómo mejorarlo.

3. Priorizar, priorizar, priorizar. Una de las claves para la simplificación es averiguar lo que es realmente importante (y lo que no), y continuamente reevaluar la lista de prioridades cuando se agregan nuevos procesos, productos, actividades,...

4. Tome el camino más corto. Una vez que está claro que se está trabajando en las cosas correctas, se deben erradicar los pasos adicionales de los procesos principales. ¿Dónde están los bucles extraños, redundancias, y oportunidades para que nuestros procesos sean lo más simple posible?

5. Deje de ser tan agradable. Uno de los patrones que causan o aumentan la complejidad es la tendencia a no hablar sobre las malas prácticas. Esto es particularmente cierto cuando los empleados dudan en desafiar a personas de mayor cargo, que involuntariamente causan la complejidad mediante la mala gestión de reuniones, tareas poco claras, correos electrónicos innecesarios, exceso de análisis u otros malos hábitos gerenciales. Para contrarrestar esta tendencia, usar la retroalimentación y discusiones constructivas para mantener una plantilla honesta acerca de los comportamientos personales que puedan causar complejidad.

6. Reduzca niveles y aumente el alcance. Otra fuente de complejidad es la tendencia estructural a agregar capas en la gestión, que a menudo conduce a los administradores a supervisar sólo una o dos personas. Cuando eso sucede, los directivos se sienten obligados a aportar un valor añadido al cuestionar todo lo que sus subordinados están haciendo, lo que se suma al trabajo y reduce la moral. Para reducir este tipo de complejidad y mantenerse alejado de la microgestión, eche un ojo periódicamente a la estructura de la organización y encuentre maneras de reducir los niveles y la gestión, e incrementar el alcance del control.

7. No deje que las malas hierbas crezcan de nuevo. Por último, recordar que la complejidad es como una mala hierba en el jardín que siempre vuelve a aparecer lentamente.


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