22 de octubre de 2010

Las Leyes de Newton (I)

Estoy soltero. Con compromiso pero soltero. Y no tengo hijos, aunque mi compromiso traía 3 consigo. Eso sí, me gustan los niños. Las malas lenguas dicen que porque soy uno más entre ellos. Y no seré yo quien lo niegue. Os cuento estas premisas para poneros en situación de lo que os voy a contar. Sé que me estoy metiendo en camisas de once varas, pero es que si no lo hiciera… no sería yo.  Es como la frase que he leído hoy: "Un pájaro no canta porque tenga una respuesta. Canta porque tiene una canción." Sí, suena es un poco cursi, pero si la interpretas bien es preciosa: todos tenemos algo que decir. Pero no hablar por hablar sino levantar la voz cuando hay algo que aportar. Si no, guarda silencio.
Creo que muchas veces, por no decir todas, “los arboles no nos dejan ver el bosque”, que necesitamos de perspectiva para poder apreciar la globalidad de las cosas. Y me refiero a nuestro equipo de futbol, nuestro tendencia política, nuestra pareja, nuestros amigos, nuestra empresa, nuestros compañeros, etc., etc. Y por supuesto, y por encima de todo… nuestros hijos. Está claro que nuestra subjetividad es más fuerte que la realidad. Y no seré yo quien diga que el bebe de cada madre no es el más bonito del mundo, ni que todos los hijos no son los más listos, ni que no son los amigos los que le llevan por el mal camino, ni que un suspenso no sea porque el profesor le tiene manía. Bueno, sí seré yo. No, no y no.
Es cierto que esa parcialidad es en muchos casos provechosa y completamente necesaria, ya que es el pegamento que mantiene unidas las relaciones. Sin amor no sólo no aguantaríamos a la familia, los amigos o incluso la empresa (en este caso el amor a sentirse integrado, al crecimiento personal o profesional, amor a la nómina o a cualquier otro motivo por el que cada uno trabaje), si no que no nos aguantaríamos ni a nosotros mismos. Sí, siento comunicaros que no somos perfectos, y si nos miráramos objetivamente al espejo…
Teniendo en cuenta la forma en que pensamos y actuamos con los hijos ¿por qué no escuchar las voces externas? Siempre y cuando vengan desde el cariño, por supuesto. Es más, ¿por qué no pedimos opinión simplemente para comprobar lo que va bien y en lo que nos estamos equivocando? Para mí la respuesta es fácil, pero que cada uno saque sus propias conclusiones. Las empresas contratan consultores de todo tipo para mejorar su productividad, su eficacia y su eficiencia, ¿somos nosotros tan listos como para no necesitar ayuda con lo más importante que tenemos en nuestra vida?, ¿no deberíamos hacer “reingeniería de procesos” en algunos aspectos?
Yo, como el pájaro que tiene su canción, también tengo mis opiniones, que no tienen por qué ser las más correctas, pero espero que al menos sirvan para pensar. No quiero que nadie se sienta aludido, y mucho menos que se enfade. Sólo pretendo que cada uno recapacite, reflexione y piense si es necesario mejorar sus actitudes y la educación de sus hijos. Leía el otro día una entrevista en Executive Excellence de Junio de 2007 a Juan Mateo, un referente en la formación empresarial,  en la que le preguntaban por la falta de reflexión de la alta dirección, de amplitud de miras y de preguntarse el por qué de los temas. La respuesta me parece antológica: “Falta reflexión pero por parte de todos. No hay un trabajo más difícil que el de pensar. Pensar es agotador y muy complejo, por tanto, es algo de lo que huimos. Al ser humano le gusta aquello que hace muy bien y que puede realizar reiterativamente; aquello que automatizas porque tienes talento para hacerlo es lo que repites más a menudo; como no te cuesta, te encuentras cómodo. Salir de la zona de confort cuesta, y pensar implica alejarse de esa zona de confort.
Me parece un tema muy interesante, pero lo dejaremos para más adelante porque este post se me ha ido de las manos, y como podéis comprobar todavía no he hecho mención a Newton. Estudié C.C. Físicas en la Universidad Complutense de Madrid. Sí, soy físico, aunque mi cuerpo no lo demuestre. En aquellos años, como para la mayoría de vosotros, para mí la física era eso, aquella asignatura de ciencias puras que a algunos nos gustaba y otros odiaban. Pero con el tiempo me he ido dando cuenta que no sólo se trata de fórmulas más o menos complicadas, ni de científicos “locos”, ni de un trabajo de laboratorio, sino que está muy relacionada con el comportamiento humano.
Os iba a dejar mis reflexiones sobre las tres leyes de Newton aplicadas a la educación de los más pequeños, pero se me echa el tiempo encima y lo tendré que dejar para otro día. Para que vayáis pensando (si es que alguno lee esta entrada antes de que continúe) os dejo el enunciado de las leyes, sacadas de nuestra querida Wikipedia.
1.- Ley de inercia: Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él.
2.- Principio fundamental de la dinámica de traslación: El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime.
3.- Principio de Acción y reacción: Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones opuestas.

2 comentarios:

  1. Hola Juanje,
    ya estoy enganchada a los mails, por trabajo y para mantener relaciones con los amigos y la familia, hace poco entré en el mundo facebook, por culpa de los compañeros de colegio, y hoy doy un paso más: comentarios para un blogero...
    Bueno, pues yo de física nada de nada, pero de niños que no son míos, bastante.
    Es muy cierto algo que dices, parece que los que no tenemos niños no somos quien para opianr sobre la educación de los de los demás. Pero si esto es cierto como una verdad "general" ¡¡¡no te imaginas en el caso de las "chicas"!!!, no es una cuestión de féminas sino de la sociedad. Las mujeres sin hijos somos de 2º división; en asusntos de "conciliación de vida profesional y personal", si no tienes hijos no tienes nada que conciliar, en materia de intendencia doméstica, si no tienes hijos "total no haces nada".
    Conclusión: si hay que hacer horas extra las hacen "las sin hijos", si hay que hacer "recados varios o gestiones", por ejemplo: comprar regalo para amigo cumpleañero; las sin hijos, reserva de restaurante u organización de viaje; las sin hijos.
    El colmo de la desconsideración social son las reuniones en las que el tema de conversación son niños ¡¡¡y no te digo embarazos!!!.
    Por supuesto no puedes hablar de varices, estrías, o mastitis.
    ¡¿Cómo si las demás pudieran?!, ¡¡¡¡por Dios!!!!! ¡¡¡¡¿qué tema de conversación es ese?!!!!
    Si el tema de conversación son los niños, o bien sus niños son los más ricos del mundo (foto en móvi incluida)o bien son protomártires de la patría porque ¡hay que ver el trabajo que les dan!
    Francamente, con esta generación de padres (o más políticamente correcto: progenitores) ¿qué niños van a salir?
    En realidad la única esperanza para las nuevas generaciones somos sus NO PADRES.
    En cuanto a educación social, no nos verán nunca hablar en público de de temas como varicela, mocos, pañales, nauseas, mareos matutinos, etc... (nisiquiera sabemos ese nombre extraño que reciben las primeras caquitas de los niños).
    En cuanto a sentido de la responsabilidad, no hay quien nos gane ¡hacemos más horas que un despertador y sin desatender a nadie en cas!
    Respecto a intendencia doméstica: no tenemos derecho a quejarnos de nada, en nuestras casas no se preparan cenas, ni se hacen camas, ni se ponen lavadoras, ni nada de nada.
    Y para terminar, nos sobra tiempo libre para ocuparnos de nuestros padres (sus abuelos), ir a todos los compromisos familiares y eso sí con un aspecto estupendo, no sabemos lo que es una noche en blanco porque el niño no paraba de llorar.

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  2. Lola, gracias por el comentario. Veo que tú también tienes una canción. Y por cierto, yo también la he tarareado más de una vez.
    Da un paso más y abre tu blog. Público no te iba a faltar.
    Un beso

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