25 de octubre de 2010

Las Leyes de Newton (II)

Vamos a continuar con las leyes de Newton aplicadas a la educación de los más pequeños. Voy a intentar concretar lo más posible porque el tema se podría alargar demasiado. Así que dejo un apunte para que cada uno siga con la reflexión. Sería muy similar para una empresa, para un equipo de futbol o para una pareja. Sólo se trata de darle un par de vueltas a la cabeza.
1.- Ley de inercia.
Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él.
Nos indica que un cuerpo no puede cambiar por si solo su estado inicial, ya sea en reposo o en movimiento, a menos que sea forzado por fuerzas externas. Hay que actuar sobre él.
Los niños necesitan esa fuerza externa que somos los adultos para su crecimiento. En este caso, lógicamente, me refiero a educación, que fuerza suena demasiado a violencia. Sin alguien al lado ¿creéis que estudiarían lo necesario?, ¿que comerían algo más que chucherías y macarrones?, ¿que se comportarían cívicamente?, ¿que no dejarían todo por el suelo? (vale, esto lo siguen haciendo), ¿que dejarían de ver dibujos? Claramente necesitan de un adulto para formarse. Y aquí es donde viene el problema. ¿Estamos los mayores preparados para ejercer todas esas “fuerzas”? Los niños por si solos no van a cambiar y las necesidades en la infancia son bastante diferentes a las que se encontrarán cuando crezcan. Es nuestra función el prepararles para ellas. No funciona el “déjalo, todavía es pequeño”, “cuando sea mayor ya cambiará”, “ya le enseñarán en el colegio”, etc. Y no me refiero a que haya que ser sargentos desde que nacen, ni mucho menos.
Tened en cuenta que no viven en un mundo perfecto y que si nosotros no hacemos esa presión existirá quien la haga. El rozamiento, la fricción o el impulso, aspectos de los que hablamos en física, se convertirán en “los amigotes”, la novieta de turno o cualquier grupo al que se una.
Vamos a ver algún ejemplo de los tres casos que se pueden dar:
  • Reposo. Si disponemos de una partícula parada, a no ser que se le empuje (por ejemplo), ésta no se moverá nunca. Hay que forzar a los niños a experimentar cosas nuevas, que coman de todo, que se apunten a algo, que socialicen, etc.
  • Sin rozamiento. Si a una partícula (por ejemplo un patinador sobre el hielo -modelo de un sistema sin rozamiento-) con velocidad inicial distinta de cero, no se le obliga a frenar con fuerzas de fricción o con un tope, ésta conservará la velocidad que llevaba de forma constante por tiempo infinito. Hay que ponerles frenos. Los niños, como todos en la vida, tensamos la cuerda para ver hasta dónde pueden llegar. ¿Por qué nos sorprende que con los tíos se comporten de una forma normal y con los padres de otra? Son pequeños, no  tontos, y saben la longitud de cada cuerda. Debemos poner el freno donde creamos oportuno. Por sí solos ellos no pararan.
  • Línea recta. Caso de una partícula (de nuevo podría ser el patinador) que se desplaza a velocidad constante. Ésta viajará siempre en línea recta a no ser que una fuerza externa (por ejemplo, un empujón) la obligue a girar y cambiar su ritmo. El niño busca su felicidad en cada momento, otra vez como todos. Pero nosotros tenemos que tener también la visión a medio y largo plazo. Cuando un niño se desvía, por si solo no va a regresar al “buen camino”.
Las formas y modelos de cómo hacer las cosas en cada caso, las best practices, se lo dejo a los psicólogos. Bueno, seguro que tú las conoces, aunque las preocupaciones, el cansancio o la pereza puntual actúen de fuerzas paralizantes en algunos momentos.
2.- Principio fundamental de la dinámica de traslación.
El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime.
El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz que se le ha impreso, y sigue en la dirección de la línea recta en que se le imprimió la fuerza. Esta variación no es inmediata, sino que lleva instantes diferenciales de tiempo.
Si queremos modificar la actitud de los niños en cualquier aspecto debemos, por un lado, ejercer la enseñanza necesaria dirigida hacia el objetivo y, por otro, con la intensidad necesaria. Y todo ello llevará un tiempo hasta que se obtenga los resultados deseados.
A los niños hay que encaminarles a base de una educación constante y consistente. Es muy importante no tener dudas en el propósito final, que actuemos con unas ideas concisas. No vale transmitirles hoy una cosa y mañana la contraria. Tenemos que tener clara nuestra misión con ellos y los principios y valores que queremos que aprendan. Si nuestra actitud con ellos tiene esta base todos los “comunicados” irán en la misma dirección y, más tarde o más temprano, conseguiremos que ellos circulen por el camino que deseamos.
3.- Principio de Acción y reacción.
Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones opuestas.
Si un cuerpo actúa sobre otro con una fuerza (acción), éste reacciona contra aquél con otra fuerza de igual valor y dirección, pero de sentido contrario (reacción).
De forma sencilla se explica diciendo que las fuerzas funcionan a pares y simultáneamente. Si uno empuja una pared, la pared le empuja a él con igual fuerza. En el momento en que la atraviesa es porque ésta ha sido más débil y acabó cediendo su fuerza.
En este caso yo veo tres posibles situaciones:
  • Fuerzas externas. Como comentaba antes, el mundo en el que vivimos no es perfecto, y los niños se van a encontrar muchas “fuerzas del mal” a lo largo de su vida. Nuestra función es estar alerta y tratar de mitigarlas con “fuerzas del bien” (cariño, comprensión, diálogo, etc.) con una intensidad mayor. Contrarrestaremos sin problemas las malas influencias.
  • Sus reacciones. La mayoría de las veces cuando intentamos educar a un niño le sacamos de su zona de confort, y reacciona con una energía similar al reto que le proponemos. Es lo normal, los adultos lo hacemos a diario. La labor será hacerle ver que el desafío es posible, para que rebaje su reacción, y ejercer fuerzas de ayuda. Pero nunca dejarnos vencer. Volvemos a lo mismo, si tenemos claro por qué le retamos y cuál es el beneficio que percibirá tendremos la suficiente firmeza para resistir.
  • Sus peticiones. Es un aspecto similar al anterior. Los niños saben cuál es la forma de conseguir lo que quieren con las personas que le rodean. Cuando esta parezca excesiva tendremos que reaccionar con la misma fuerza que ellos.
El mundo está lleno de fuerzas que nos dirigen hacia un camino u otro, con mayor o menor velocidad. Seamos para nuestros hijos una mezcla de David y Goliat, con la fuerza suficiente para lanzarlos y con la inteligencia necesaria para elegir dónde caerán.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado tu post, como madre de 3 niños que soy, pero me he liado un poco, muchas fuerzas y muchos niños... je jeje, pero como ingeniero que soy, que convive desde hace muchos años con el mundo de la psicología (laboral) el símil me ha encantado.

    Realmente los niños cumplen las leyes de Newton, la mayoría de las veces, el problema somos los adultos, que a veces intentamos o nos empeñamos en romper las "fuerzas de la naturaleza".

    Comparto así mi opinión reflexionando sobre tu post. A los niños hay que darles impulso, esto es, animarles a experimentar, enseñarles a descubrir sus pasiones y también sus aversiones, y si estas son obligatorias que aprendan también que hay que hacer cosas que no nos gustan tanto o que no nos atraen... así será su vida en el futuro.
    En este sentido la constancia y la coherencia son de suma importancia. Es necesario no "flaquear" y dar apoyo pero no hacer las cosas por ellos; animarles pero sin que se sientan coaccionados; inspirarles pero sin manipularles; darles impulso pero poner el "colchón", no sea que nos pasemos con la fuerza y se "estrellen"(son niños... y esto a veces se nos olvida); orientarles pero sin cambiarles el camino cada dos por tres porque nos liamos nosotros o no tenemos paciencia. Y la coherencia sobre todo con el ejemplo, esto es, no decirles que no es bueno ver mucho la tele cuando a nosotros nos ven todas las noches enganchados al aparato; que es muy bueno leer cuando no ven nunca un libro entre nuestras manos; que hay que cumplir las normas cuando nos ven con el móvil en la mano conduciendo; que no se habla con la boca llena, no se grita, no se levanta uno de la mesa, no hay que ser impaciente, hay que respetar a los mayores,… ¿hacemos nosotros estas cosas? ¿somos buen ejemplo?

    Lo que he comentado no es nada nuevo ni descubridor, es puro sentido común, pero a veces el “menos común de los sentidos”.

    Bueno y lo dejo ya que como dijeron en otro post, las que tenemos niños cuando nos ponemos a hablar de ellos no paramos.

    Enhorabuena por tu blog y espero que sigas escribiendo y compartiendo con todos tus pensamientos. Y así nos animes a pensar y reflexionar a los demás.

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  2. Sin fuerzas, vectores y momentos es más fácil de explicar. Y con tres niños me imagino que la realidad superará la "ficción".
    Como bien dices son cosas de sentido común. Pero es que la vida, en todos los aspectos, es mucho más sencilla usándolo. Nos complicamos nosotros solos por no detenernos un momento y razonar.
    Gracias por tu comentario y por tus ánimos.

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