20 de enero de 2011

¿Egoismo o estupidez suprema?

En los tiempos que corren, y gracias a la crisis económica, ¿o era financiera?, se habla mucho de la falta de valores de la Sociedad. Parece que alguien ha abierto la tapa de la realidad humana y quien más quien menos ha advertido que sólo está habitada por el egoísmo, el orgullo, la rabia, y las ansias de poder.

Ayer conocí a un alto cargo de una importante consultora de formación empresarial, dedicada al liderazgo, gestión de equipos, motivación, y otras habilidades humanísticas. Estuvimos hablando del bien y del mal, y en medio de la conversación salió el tema del egoísmo que, a mi entender, se ha apoderado de todos nosotros. Entonces él, desde una perspectiva más profesional, me dijo: “yo creo que no es tanto el egoísmo como la imbecilidad. Yo quiero egoístas pero no imbéciles”. Y exponiendo su idea me explicaba que la gente no se da cuenta de que 1+1 suelen ser siempre más de 2.

Yo me fui dándole vueltas al tema de la imbecilidad. Y puede que tenga razón. Es posible que la imbecilidad haya superado al egoísmo, que lo haya desbancado liderando nuestras actitudes actuales. Pero no creo que viaje sola, no sería lo suficientemente poderosa como para dirigir el mercado mundial. En mi opinión esa imbecilidad viene aliada con lo peor de nuestro “querido” egoísmo, con la envidia, con el orgullo, y con cuarto y mitad de una gran falta de formación.

Según la RAE, imbecilidad es “alelamiento, escasez de razón, perturbación del sentido” o “acción o dicho que se considera improcedente, sin sentido, y que molesta.” Yo iría un poco más allá, o acá según se mire, y le añadiría “la falta de visión, de miras a medio/largo plazo”. Lo primero que te enseñan en un curso de negociación es el win-win, donde el acuerdo debe satisfacer a ambas partes. La imbecilidad nos hace ver al otro como una amenaza latente, del cual tenemos que protegernos. Se crean relaciones basadas en el miedo y la competencia. Y así es difícil crear valor añadido.

Es cierto que en el mundo empresarial se ha instalado esta cultura. Pero en el personal también. No sé si fue antes el huevo o la gallina, porque las compañías las formamos humanos, aunque se nos olvide muchas veces, pero también es verdad que pasamos tantas horas en ellas que al final su mundo interior nos absorbe.

Y no es que de repente todos nos convirtamos en buenas personas, serviciales y llenas de amor por el prójimo. Las utopías son difíciles de conseguir. Como primer paso basta con que no seamos tan idiotas. Si mi objetivo es ganar, ¿qué más da lo que gane el otro? De hecho, y habitualmente, cuanto más gane él más voy a ganar yo. Creemos relaciones fundadas en la confianza y la cooperación.

Sí, sed egoístas, pero no imbéciles. Buscad vuestro propio beneficio, porque será el beneficio de todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario