18 de enero de 2011

La felicidad está en nuestro cerebro

Hoy me he levantado feliz. No tengo ninguna razón especial para ello, la verdad. O por el contrario las tengo todas. Como siempre nos han dicho “todo es según el color del cristal con que se mira”. La pena es que no solemos hacerle mucho caso.

Todo está en nosotros. Sí, en cómo miramos a nuestro alrededor, en cómo asimilamos la información que nos llega y en cómo decidimos darle utilidad. En estos momentos estoy leyendo el libro “Poderosa mente”, de Bernabé Tierno. En él nos habla del poder de la mente, ¿de qué si no?, de las posibilidades y beneficios que esconde nuestro cerebro, de lo moldeable que es y de cómo podemos acostumbrar a nuestras neuronas a crear pensamientos positivos.

Perdonad que haga un inciso, pero en este momento me viene a la cabeza una charla que tuve en una de esas cenas de amigos en Navidad. Me preguntaban “pero ¿cuándo has leído tu libros o ido al cine? Es cierto que siempre he sido más deportista que lector. Y no digo que los deportistas no sean cultos, pero prefiero denominarme así a cazurro total. De pequeño me pasaba las horas en mi cuarto jugando a una pelotita, mientras mi hermano devoraba comics, libros o cualquier otro papel que tuviera letras impresas. La lanzaba contra la pared y usaba la mesa de estudio como portería. Así horas y horas. Benditos vecinos tenía. Nunca me dijeron aquello de “niño, deja ya de joder con la pelota”, aunque me imagino que todavía me duran los hechizos que debieron echarme. Según crecí fui cambiando la pelotita por la televisión. Si hubiera habido tanto deporte en aquellos años como ahora estoy seguro de que nunca hubiera acabado la carrera. Ni el colegio si quiera. Pero bueno, ahora no es que lea demasiado, y al cine muy de vez en cuando, pero en algo hemos madurado (lo justo, no más) y ahora hasta me acerco de vez en cuando a comprarlos.

Sigamos. Está claro que nuestro estado de ánimo depende de nosotros mismos. Sí, existen casos en que no podemos controlarlo, pero, si sois sinceros, estaréis de acuerdo conmigo en que cualquier situación se puede abordar de una manera positiva o caer en el desánimo, la ira o la rabia. Debemos aprender a mirar la vida con optimismo y a educar a nuestra mente a crear reacciones positivas. Todo lo que tenemos que hacer es pensar en lo provechoso de cada situación, en lugar de quedarnos en el lamento. Como para todo en la vida se necesita práctica. Es necesario ejercitar nuestro cerebro para que vaya “programándose” de nuevo hacia una realidad más acorde con la felicidad que buscamos. No se trata de “apagar y encender”, pero sí de ir instalando nuevas conductas en nuestro cerebro.

Mi alegría matutina se deberá al último sueño que he tenido esta noche. No suelo recordarlos, pero seguro que es lo que ha hecho que me levante contento. Ahora sólo queda que sea mi consciente el que decida empezar a construirse una vida más feliz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario