26 de enero de 2011

Puntos de vista

Me acaba de llegar este chiste:

"Asaltan una joyería de madrugada en Pola de Lena y la "poli" necesita un sospechoso.
Entonces encuentran a un borracho cerca del lugar y lo llevan a comisaría.
Allí lo bajan al sótano y un "poli" empieza a meterle la cabeza en un cubo de agua.
Cuando el borracho esta casi sin aire, el" poli" lo saca y le pregunta:
- Dónde están las joyas?
El borracho balbucea intentando coger aire y respirar, pero el "poli" repite la operación tres veces, hasta que a la cuarta lo saca.
El borracho, a punto de morir ahogado, empieza a jadear tomando aire y el "poli" repite:
- Dónde están las joyas?
Y el borracho le contesta:
- ¡¡ Cago'n mi madre, contratai a un buzu que yo no les veo !!"

Gracia tiene, sea cual sea el pueblo asturiano (un respeto a la Pola). Pero más allá de la situación del pobre borracho (seguro que alguna razón tendría para beber y sin hacer mal a nadie) a mí me viene a la cabeza una reflexión un poco más profunda. Sí, ya sé que aprovecho cualquier situación para sacarle punta, pero “cada uno es cada uno y tiene sus cacaunadas”, que dicen que dijo Miguel de Unamuno.

No voy a hablar del problema de la bebida, aunque después de este fin de semana podría dar una conferencia, sino de los diferentes puntos de vista que existen entre nosotros. Porque ¿os habéis parado a pensar de dónde vienen la mayoría de las discusiones? Pues efectivamente, de las diferencias que aparecen cuando dos personas interpretan la “misma realidad”. Y lo pongo entre comillas porque aunque el hecho sea igual para ellas, la forma de verlo siempre tendrá un aspecto subjetivo en cada uno de nosotros.

Y no quiero entrar en intereses personales, en el egoísmo o la estupidez de las que hablaba en mi anterior post, ni de ambiciones o codicia, ni de tantos aspectos que, por desgracia, dirigen nuestros actos. Sin entrar en “malas intenciones”, todos tenemos unos valores que rigen nuestra vida, una educación, unos conocimientos, unas vivencias, unas necesidades,…, en definitiva, un “poso” que es lo que nos hace diferentes al resto de humanos. Y, que por lo tanto, también nos hace ver las cosas de una manera única. Ni mejor ni peor, sino distinta.

Es importante que reflexionemos sobre este tema porque nos evitaría más de un dolor de cabeza. Aceptar que los demás puedan tener otras opiniones, entender que no vienen del capricho sino de una percepción diferente, y razonar juntos la mejor salida es un ejercicio que nos permitirá vivir más felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario