11 de marzo de 2011

La vida es sencilla

La vida es mucho más sencilla de lo que pensamos, o al menos, de como solemos afrontarla. Sus reglas suelen ser habitualmente simples. Lo que pasa es que no nos detenemos un momento a descifrar sus códigos, y nos enfrascamos en complicados misterios imaginarios. Parece como si los problemas tuvieran que tener soluciones complicadas para que les demos valor, o nos lo demos a nosotros mismos al resolverlos. La mayoría de las circunstancias a las que nos enfrentamos a diario tienen salidas sencillas, no nos empeñemos en buscarle tres pies al gato.

Si prestas más atención a un niño cuando llora que cuando juega, con más probabilidad llorará en vez de jugar cuando quiera conseguir tu atención. Si pretendes que una persona esté más motivada en su trabajo, dale motivos para trabajar en lugar de quitárselos.

Y con simple no quiero decir fácil, ni con mínimo esfuerzo. La simplicidad puede requerir mucho trabajo y dedicación, y en multitud de ocasiones no es fácil hacer las cosas simples, principalmente por el entorno, los prejuicios o los miedos. Lo que sí es seguro es que es el mejor camino a seguir.

Debemos simplificar nuestros dilemas, decisiones, ideas, razonamientos y acciones. Es la única forma de no perder tiempo ni energía en situaciones que no lo requieren. Eso sí, no lleguemos a convertirnos en simples nosotros mismos. Ya lo decía Einstein “las cosas son lo más simple que pueden ser, pero no más simples.”

Os dejo la historia de “el burro y la hora”, una metáfora sobre el método científico, la simplicidad y las apariencias. Está en italiano, pero se entiende perfectamente.

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