3 de marzo de 2011

Suelta lastre

Llevo un par de días quitándole el polvo a algunos enlaces de internet que guardé hace tiempo. Es curioso, pero la mayoría siguen como los dejé. Ni una palabra más, ni una palabra menos. Y por un lado me alegro de encontrar aquello que, por una razón o por otra, me llamó la atención la primera vez que lo vi. Aunque por otro me da pena el abandono con que solemos premiar a aquello que ya no necesitamos.

Pero en este caso miraré el vaso medio lleno, porque aprender a “dejar atrás” es el único camino posible para seguir creciendo. Soltar el lastre que nos paraliza o aminora nuestra marcha es la mejor forma de enfrentarnos al futuro con serias opciones de encontrar la felicidad.

No dijo yo que mirar al pasado sea malo. Todo lo contrario. Lo importante es qué miramos y, sobre todo, cómo lo hacemos. Echar la vista atrás para contemplar todo lo andado, los baches, tropiezos y situaciones adversas superadas, para sentirnos orgullosos de ese camino, para saber que mañana volverá a salir el sol, para recordar aquellos momentos maravillosos y discernir lo importante de la vida o para entender quienes somos hoy y cómo hemos llegado hasta aquí, es un ejercicio imprescindible que cada uno de nosotros debería hacer cada cierto tiempo. Pararnos y reflexionar sobre nuestra propia vida, nuestros éxitos y nuestros fracasos, sobre los pasos que hemos dado y donde nos han conducido, las etapas superadas, nos deberían servir para retocar la hoja de ruta y modificar el rumbo hacia nuestros verdaderos anhelos.

Lo que no suele ser un buen compañero de viaje es ese peso del pasado que tira de nosotros y nos impide no sólo caminar ligeros sino que hasta nos bloquea la mirada hacia lo que está por venir. Permitir que el pasado nos paralice, nos llene de miedo y desconfianza sólo significa que no estamos al mando de nuestra vida.

Nos han maleducado desde pequeños. “Cualquier tiempo pasado fue mejor” es una frase que oímos a diario, pero sólo cierta una vez que hemos tirado toalla. Cuántas canciones encumbran al amor perdido o poemas ensalzan el desamor. No te detengas, recuerda lo bueno de aquellos momentos, todo lo que aprendiste en ellos, evoca sus alegrías, pero sólo para acordarte que estas destinado a la felicidad. Y sigue caminando.

Tu futuro es tuyo, y de nadie más. Como reflexionó Buda en el Dhammapada "tu peor enemigo no te puede dañar tanto como tus propios pensamientos." Y en esta batalla tu contrincante es anquilosarte en el pasado, bloquear tu mente y no permitirte continuar el viaje.

Suelta lastre, renuévate, capacítate, hazte cada día más fuerte. Nadie puede vivir del pasado. Como el cuerpo no se alimenta de lo que comió hace un mes, la mente tampoco puede vivir de lo sucedido. Nútrela cada día para que estando sana pueda llevarte hacia el mejor futuro que desees.

No hay comentarios:

Publicar un comentario