15 de abril de 2011

La blogodependencia corporativa

Los blogs, uno de los grandes exponentes de la revolución social media, se han convertido en una herramienta adictiva. Han calado tan hondo en nuestra sociedad que la blogosfera ha pasado de ser un espacio que visitar los fines de semana, como las grandes superficies, a transformarse en “obligado” lugar de paso diario.

Por un lado encontramos a los bloggers o blogeros, cada día más enganchados a su publicación, a compartir sus deseos y experiencias, a su audiencia y, en muchos casos, a su ego y reconocimiento. Y en el lado opuesto aparecen los lectores, cada vez más interesados en este nuevo tipo de lectura, de noticias más cercanas y de diferentes fuentes, más objetivas, con enlaces y la posibilidad de entablar conversaciones con el autor. Como he leído en alguna parte “cuando haces blog, ya no hay stop”.

Se ha producido un verdadero Blog Bang, como comenta Antonio Fumero en su artículo Un tutorial sobre blogs. El abecé del universo blog, en la revista Telos, “creándose un vigoroso subespacio en internet”, cuyo “desarrollo informacional y su ocupación electiva por un elenco creciente de nuestras actividades, instituciones y servicios públicos y privados construye la infociudad” según afirma Fernando Sáez Vacas en su artículo de la misma publicación.

A raíz de este fenómeno social las empresas se han visto “obligadas” a dar un giro en sus estrategias para mantener atentos a los ciudadanos. Ya no valen las viejas tácticas y técnicas de comunicación. En la actualidad los usuarios nos hemos apartado, o acercado según se mire, hacia un espacio democratizado, sincero, objetivo y multidisciplinario, con nuevas reglas que deberán cumplir aquellas empresas que quieran captar nuestra atención.

Y es en este nuevo paradigma donde las corporaciones empiezan a incorporase, “un entorno donde los blogs suponen retos, amenazas y oportunidades de diversos tipos”, como afirma Enrique Dans en Blog y Empresa. Una aproximación a la vanguardia de la blogosfera corporativa. Pero el único donde podrán promover en estos momentos conversación y comunidad, objetivos principales de cualquier empresa que quiera subsistir en este nuevo mundo social. “Las compañías que consigan desarrollar una voz, participar en un diálogo, tener una presencia activa en la blogosfera, podrán conseguir ventajas frente a aquéllas que, siguiendo la actitud de las compañías tradicionales, opten por la relación con el exterior únicamente a través de su departamento de relaciones externas o de su agencia de medios”, según el propio Dans.

Jonathan Schwartz, quien fuera CEO de Sun Microsystem, apuntaba ya hace años la importancia del blog en su papel de comunicador. “El trabajo nº 1 de un CEO es comunicar”, dijo a la audiencia durante una conferencia en 2005. Y añadió, “los blogs son un mecanismo muy eficiente de comunicación para nuestros clientes, accionistas y socios”. Y en este sentido es en el que la adicción se ha vuelto realidad.

Existen ya muchas organizaciones que han dado el salto a la blogosfera. Unas con más acierto que otras, pero el camino se hace andando y sólo se aprende de la experiencia. Bien es cierto, que existen atajos, como el modelo OITP, aunando a la organización, individuos y tecnología, en torno a los procesos de la empresa, como ha hecho el Grupo Finsi, cuyo blog sigo desde hace unos meses. Esta empresa ha logrado crear un espacio coherente donde fomentar sus valores, fusionar a sus empleados y relacionarse con la Sociedad.

Todos conocemos y leemos habitualmente blogs corporativos, donde nos promocionan productos y servicios, nos comunican novedades y proyectos, y nos presentan su Responsabilidad Social o su reputación. Y somos cada uno de nosotros quienes los valoramos y colocamos donde se merecen. Desciframos y jerarquizamos la visibilidad de esa blogosfera, “abierta a la libre participación y jerarquizada según el reconocimiento social, similar a otras comunidades colaborativas de carácter meritocrático” (Anatomía de los blogs. La jerarquía de lo visible. Adolfo Estalella).

Los blogs han llegado para quedarse. Su presencia, transparencia y claridad las colocan más o menos cercanas al usuario y denotan su relevancia para las organizaciones, lo que las ha llevado a una dependencia casi enfermiza.

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